RESUMEN
Decir que la ciencia económica, en un sentido riguroso de la palabra, no existe, es algo que tanto el historiador como el economista, el antropólogo como el sociólogo —por no hablar del hombre de acción que trata de transformar su sociedad— saben muy bien. Dicha ciencia sólo podría existir si se tomara en serio los materiales antropológicos acumulados desde que la civilización occidental descubrió y dominó buena parte del mundo. Estos trabajos empíricos, de desigual valor, sobre sociedades «primitivas» y campesinas, es decir, preindustriales sólo se hallan teorizados a un nivel tipológico.
No se trata de crear otra disciplina —la antropología económica— sino de acabar con las divisiones arbitrarias entre las ciencias humanas y sociales, reconociendo que el problema básico reside en la definición del término economía. Lo importante es ver qué lugar ocupan, en las distintas sociedades, las relaciones de producción y sus efectos en la organización y evolución de las mismas.
ANTROPOLOGÍA Y ECONOMÍA, además de recoger la herencia de Marx, Maine, Morgan, etc., insiste en especial en las contribuciones recientes, en las que se ha debatido el problema de si los modelos de la teoría económica moderna son aplicables a las «sociedades primitivas». Polanyi, Dalton y Kaplan se pronuncian en contra, al contrario de otros autores, como Burlin y LeClair. Por su parte, Godelier muestra que la solución de dicho problema reside en la construcción de una teoría de los modos de producción que Marx sólo esbozó.
La antropología se presenta como la ciencia general del hombre, incorporando tanto la vertiente biológica como la social. Formada por la unidad precaria de una multitud de disciplinas y subdisciplinas, tales como la antropología física, la arqueología, la lingüística, la antropología cultural y social, la etnología, etc., y con tradiciones nacionales muy diversas (en particular cabría mínimamente distinguir la norteamericana, la británica y la francesa) ha acumulado en los cien años de su existencia un corpus factual y teórico de considerable importancia. Sin embargo, la antropología sigue llevando en el ámbito de habla española una vida lánguida, por no decir miserable, a la que no ha sido ajena la escasez de textos en castellano.
En los últimos años el interés por la antropología ha crecido de forma muy notable. En consecuencia, la demanda de libros antropológicos se ha dejado sentir en los círculos más diversos, especialmente en el ámbito de la enseñanza universitaria.
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